lunes, 5 de septiembre de 2016

Dormir más de 8 horas puede ser peligroso, provocar ictus

Dormir más de 8 horas puede ser peligroso
Un estudio asocia las horas de sueño con un mayor riesgo de ictus o accidente cerebrovascular







Dormir más de ocho horas al día podría no ser una buena idea. Lo sugiere una investigación de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), que afirman que los ‘dormilones’ pueden tener un mayor riesgo de accidente cerebrovascular o ictus. Y, además dicho riesgo se duplica en los individuos mayores que, como normal general, duermen más. Sin embargo, los autores dicen que no está claro por qué existe esta asociación e invitan a realizar nuevas investigaciones para explorar este vínculo.
Lo cierto es ya algunas investigaciones previas ya habían sugerido una relación entre el sueño y el riesgo de accidente cerebrovascular, pero en este nuevo trabajo se ha analizado en profundidad la relación entre un cambio en los patrones del sueño mantenidos en el tiempo y el riesgo de un posterior accidente cerebrovascular posterior.
Casi 10.000 personas de 42 a 81 años de edad que forman parte delEstudio Prospectivo Europea sobre el Cáncer (EPIC) fueron seguidos durante más de 9,5 años. Primero entre los años 1998 y 2000 y posteriormente cuatro años más tarde. Los investigadores preguntaron a los participantes cuántas horas dormían de promedio durante un día y si generalmente dormían bien.

Edad y sexo

Casi siete de cada diez participantes afirmaron que dormían entre seis y ocho horas al día, mientras que uno de cada diez dijo que lo hacía más de ocho horas al día. Los participantes que dormían menos de seis horas o más de ocho horas eran más propensos a ser mayores, mujeres y menos activos.
Durante el periodo los casi diez años en los que se prolongó el estudio, 346 participantes sufrieron un ictus, bien no fatal o fatal. Después de ajustar por varios factores, incluyendo la edad y el sexo, los autores encontraron que aquellos que dormían más de ocho horas al día tenían un 46% más de riesgo de accidente cerebrovascular que la media.
Los que reconocieron que dormían más de ocho horas cuando se le preguntó en ambos puntos del estudio registraron el doble de riesgo de accidente cerebrovascular en comparación con aquellos con una duración normal de sueño persistente (entre seis y ocho horas al día). Este riesgo fue aún mayor para aquellos cuyo sueño aumentó de corto a largo en los cuatro años, con un riesgo casi cuatro veces mayor que el de las personas que mantienen una duración normal de sueño.

Verificación

Además de estudiar esta cohorte del EPIC, los investigadores llevaron a cabo un estudio de datos de otros 11 análisis relacionados para identificar la asociación entre la duración del sueño y los patrones de riesgo de accidente cerebrovascular. Su análisis final, que incluyó a 560.000 participantes de siete países, apoyó las conclusiones de su trabajo.
Ahora bien, los investigadores reconocen que no han definido por qué existe la relación entre el sueño y el riesgo de accidente cerebrovascular. La falta de sueño se ha asociado con factores como el metabolismo alterado y los niveles elevados de cortisol, la ‘hormona del estrés’, todo lo cual puede conducir a la hipertensión arterial y el aumento del riesgo de accidente cerebrovascular. Sin embargo, su estudio sí sugiere que la asociación entre la duración del sueño y un mayor riesgo de accidente cerebrovascular es independiente de los factores de riesgo normales para la enfermedad cardiovascular.


Después del ictus queda toda una vida de recuperación

ALBERTO ESQUENAZI EXPERTO EN NEURORREHABILITACIÓN
“Después del ictus queda toda una vida de recuperación”
El médico mexicano fue el anterior presidente de la Asociación Americana de Rehabilitación y Medicina Física





A finales de 2014, Alberto Esquenazi dejó la presidencia de la Asociación Americana de Rehabilitación y Medicina Física. Aunque este mexicano de 58 años recalca que lleva 33 años en EE UU, mantiene el acento de su tierra natal. De natural optimista —“lo son todos los rehabilitadores”—, no duda en que “después de un ictus queda toda una vida de recuperación”.
El ictus, esa destrucción repentina de una región cerebral, afecta en España a unas 130.000 personas al año. “Luego empieza la recuperación neurológica, que tiene dos fases”, dice Esquenazi. En una primera, “que dura seis meses, el cerebro hace lo que puede” para restaurar las conexiones neuronales destruidas. “Luego viene la etapa rehabilitadora. Es cuando el cerebro deja de seguir intentándolo, y se requiere una estimulación exterior”, explica Esquenazi. “Conviene que comience cuanto antes”.
Curiosamente, esto no ha sido siempre así. Hasta no hace demasiado se esperaba a ver qué lograba el cerebro, indica el médico. Y luego se hacía muy poco. “¿Y sabes de quién era la culpa? De un español, Ramón y Cajal, que decía que el cerebro era inmutable, y que no se podía regenerar”, comenta con sorna.
De alguna manera, la rehabilitación después de un accidente cerebral es una contradicción de esa tesis del nobel español. “La neurorrehabilitación ha crecido mucho; ve no solo lo inmediato, sino a la larga”, afirma el mexicano. Y esto, insiste, es aplicable a todos los pacientes. “No importa en qué situación estés; siempre podemos encontrar algo y mejorarlo”, dice. Claro que los progresos se hacen más obvios en los primeros meses. “La recuperación es un proceso de aprendizaje que dura toda la vida, pero que se va lentificando. La mejoría no es tan significativa con el paso del tiempo”. Pero él insiste en la necesidad de mantener el impulso. “Uno no ve el cambio porque es muy paulatino, pero no hay que desanimarse; yo siempre les digo que no se olviden de dónde vienen”.

MÁS INFORMACIÓN

La rehabilitación tiene una parte física que es la más conocida: gimnasios, piscinas. Pero Esquenazi afirma que eso está cambiando. “Hemos pasado de las paralelas a los robots”, dice. Estas máquinas “no sustituyen el ejercicio, pero lo acompañan y lo hacen más preciso”. No es como la gimnasia pasiva, defiende. “Además, sabemos que las áreas cerebrales que se activan con el movimiento activo y el pasivo son distintas”, explica.
Pero hay otro componente de la rehabilitación, el farmacológico, cuyo empleo va en aumento. Precisamente, Esquenazi ha vistado Madrid para participar en GESTIBOX, una jornada de jefes de rehabilitación de España organizada por el Allergan con el aval de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF). El motivo: la reciente aprobación del uso de Bótox en pies y tobillos para combatir la espasticidad de los músculos tras el ictus, un síntoma que padecen más de 180.000 personas que han tenido este incidente.
“La espasticidad es una sobreactividad muscular. Pero se puede modular”, explica el médico. Puede aparecer justo después del accidente cerebral, o tiempo después como consecuencia de las alteraciones cerebrales —él síndrome de la neurona motora superior, lo llaman los especialistas— sufridas. Ello supone síntomas positivos —“en el sentido de sobreactividad, no de que sean buenos”— entre los que el más destacado es la espasticidad; y hay otros “negativos, como la debilidad o falta de control”. “Contra los últimos no podemos actuar farmacológicamente, pero contra los primeros, sí”, dice Esquenazi.
Ahí interviene la toxina botulínica. “La descubrió un oftalmólogo para tratar el estrabismo en niños; de ahí pasó a niños con parálisis cerebral, a adultos con parálisis cerebral, y a adultos con distonía cervical”, cuenta Esquenazi. Actualmente tiene aprobadas una decena de aplicaciones, por ejemplo para la migraña y la incontinencia. “En otros países se usa en ictus también para la cadera y rodilla”, dice, aparte de los usos en manos, codos, muñecas y pies. “Es lógico porque en el movimiento de las extremidades hay una conexión”, reflexiona.
El funcionamiento de la toxina, que debe inyectarse tres o cuatro veces al año —no más— consiste en una atenuación del impulso nervioso que causa que el músculo se active (la espasticidad). “Tiene la ventaja de que es específica. Si estudiamos al paciente y vemos que están afectados los músculos extensores, podemos actuar solo ahí”. Pero no solo. “Hay que acompañarlo de estiramientos, por ejemplo”, dice. Es como un ejemplo de multidisciplinariedad, de la pervivencia de la rehabilitación tradicional —la medicina física que dicen los especialistas— junto a tanto avance.


lunes, 29 de agosto de 2016

Una terapia experimental podría reparar los daños que deja el ictus en el cerebro

Una terapia experimental podría reparar los daños que deja el ictus en el cerebro
El tratamiento combina células madre con un fármaco y abre una puerta a revertir la discapacidad que generan los infartos cerebrales







Los daños que deja un infarto cerebral podrían revertirse. Bastaría con aplicar un tratamiento que combina células madre humanas con un fármaco experimental. De momento, esto solo es un sueño médico que ha funcionado en ratones, pero si se demuestra su efecto en pacientes reales,supondría una revolución en el tratamiento de cientos de miles de personas que cada año sufren un ictus .
No es la primera vez que se demuestra que una inyección de células madre mejora las funciones motoras tras un accidente cerebrovascular. Pero este estudio va un paso más lejos porque combina esta estrategia con un fármaco neuroprotector para mejorar los resultados y, sobre todo, para que se mantengan en el tiempo.
Al añadir este medicamento se consigue prolongar la vida y la actividad de las células madre. Las células madre se convierten en neuronas y fabrican conexiones funcionales y estructurales con el sistema nervioso», detalla Berislav Zlokovic de la Universidad del Sur de California en la revista «Nature Medicine», donde publica sus resultados. «Nadie había logrado esto en el tratamiento del ictus hasta esta fecha».
El pasado mes de junio otros investigadores de la Universidad de Stanfordintrodujeron células madre de la médula ósea a través de una infusión directa al cerebro. Los 18 pacientes tratados tuvieron una mejoría significativa que les permitió, por ejemplo, volver a caminar. Sin embargo, las células trasplantadas no se transformaron en neuronas como ha ocurrido ahora.

Integración

«El problema de las celulas madre inyectadas es que tienen poco recorrido, se mueren. La conjunción con el fármaco hace que perduren y formen contactos funcionales con otras células», comenta a ABC Juan Lerma delInstituto de Neurociencias de Alicante. En su opinión, «los resultados son bastante interesantes y dan pie a que se inicie el estudio de una nueva terapia para el ictus, para lo que hoy por hoy no hay ninguna eficaz».
Este compuesto tan eficaz, aún no tiene nombre comercial. Se llama 3K3A-APC y ya ha empezado a probarse en solitario en ensayos clínicos con pacientes de ictus de verdad, aunque aún sin células madrer. Aún no se tienen resultados.
«Si funcionara en humanos, podría acelerar la rehabilitación de estos pacientes», asegura Jim Koenig, director del Instituto de Desórdenes Neurológicos e Ictus de Estados Unidos, uno de los organismos que ha apoyado esta investigación.




Personas con ictus mejoran tras recibir células madre

Personas con ictus mejoran tras recibir células madre
Otro ensayo detecta más movilidad en ratas con lesión medular después de un tratamiento similar
Los trabajos, muy preliminares, son prueba del potencial de estas técnicas






Dos ensayos con células madre humanas son las últimas muestras del potencial terapéutico de este material biológico. El primero, que se va a presentar en la Conferencia Europea sobre Ictus (infarto cerebral) de Londres, ha sido desvelado a la BBC. Es un trabajo pequeño, en nueve pacientes, pero simple: la inyección de células madre (obtenidas de fetos) ha permitido que en cinco casos los afectados hayan recuperado algunas capacidades perdidas.

El segundo es algo más complejo: se han usado ratas con lesión medular y se ha visto que, inyectándoles células madre humanas (y con el correspondiente tratamiento inmunosupresor, más necesario aún en este caso de trasplante entre especies), mejoran síntomas como a rigidez muscular y la coordinación motora. Lo publica Stem Cell Research & Therapy.

Ambos trabajos son muy preliminares. Tanto, que los autores del primero, el realizado en humanos, ni siquiera descartan que el hecho de participar en un ensayo (lo que supone una atención mayor hacia los voluntarios por parte de los médicos) haya sido la auténtica causa de la mejoría, y dejan abierta la puerta a que haya habido un efecto placebo. Pero algunos hechos, como que se tratara de pacientes con ictus antiguos (se calcula que a partir de los seis meses el margen de recuperación es casi nulo) hacen que apunten que la inyección de células madre pueda ser la causa. De hecho, en la información de la BBC no se indica que lo hayan publicado, y la cadena británica da la información porque, a la vez, le han facilitado una entrevista en exclusiva con uno de los afectados, que narra pequeñas mejorías en su equilibrio y movilidad, y más fuerza en la mano afectada, con la que, después de cinco años, ha conseguido volver a atarse los cordones.
En el trabajo con ratas no hay, lógicamente, efecto placebo posible. Pero, más que medir mejorías funcionales, lo que sí han certificado los autores es que las células madre se han implantado bien en la médula creando conexiones con las neuronas sanas. Un trabajo en esta dirección fue iniciado (y no acabado) en el Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, pero, primero, los conflictos entre la investigadora, Almudena Ramón, y la dirección del centro, y, después, los recortes lo paralizaron. En aquel estudio se llegó a superar la fase de ratas y se quedó sin realizar la de 
En ambos casos se usaron células madre fetales, que, sin ser embrionarias, tienen más reciente la capacidad de diferenciación que las adultas (por ejemplo,Mitalipov también usó células fetales primero en su reciente ensayo sobre obtención de células madre clonadas, entendido como tal que tenían el mismo ADN que un donante). De hecho, las embrionarias y las reprogramadas adultas (iPS) están mucho menos investigadas, las primeras por los reparos éticos a su uso, y las segundas porque son más recientes, y todos estos trabajos llevan años de desarrollo. Por ejemplo, las célula madre usadas en el ensayo en humanos llevaban 10 años de desarrollo en cultivo desde que se obtuvieron.
Lógicamente, en ambos casos los ensayos van a continuar con el objetivo, a medio plazo, de refinar una técnica que permita aplicarlos a humanos.












viernes, 19 de agosto de 2016

Ictus o Derrame Cerebral:
El ictus en un Accidente Cerebro Vascular ( ACV ).
Aunque por su forma de producirse (de forma súbita e inesperada)   el ictus puede parecer una enfermedad aterradora, que no se puede prevenir y , lo cierto que si se puede preveer






CAUSAS QUE PUEDEN PRODUCIR UN ICTUS


- Antecedentes familiares
- Vida sedentaria
-Alimentación inadecuada (alto en grasas)
- Tensión Arterial inadecuada
-Colesterol
- Fumadores
- bebedores de alcohol sociales
-Estrés

Si usted  contempla que  convive con algunas de estas causas  en su vida, no espere más hágase  un chequeo médico y siga los consejos del especialista Médico


A continuación algunos Videos de prevención del ictus




jueves, 18 de agosto de 2016

CUANDO SEA VIEJO - CARTA DE UN PADRE A SU HIJO

Viejo o Anciano
Tercera edad o senectud es un término antropo-social que hace referencia a las últimas décadas de la vida, en la que uno se aproxima a la edad máxima que el ser humano puede vivir. En esta etapa del ciclo vital, se presenta un declive de todas aquellas estructuras que se habían desarrollado en las etapas anteriores, con lo que se dan cambios a nivel físico, cognitivo, emocional y social. A pesar que esta fase tiene un punto final claro (la muerte), la edad de inicio no se encuentra establecida específicamente, puesto que no todos los individuos envejecen de la misma forma. No obstante, debido que la edad biológica es un indicador del estado real del cuerpo, se considera que se trata de un grupo de la población que tiene 65 años de edad o más.