Sin embargo, y dado que podría aumentar la probabilidad de sufrir un ictus hemorrágico, es posible que el efecto protector frente a los accidentes cerebrovasculares sea nulo
Abuso fatal
El ictus isquémico es la consecuencia de una disminución u obstrucción del flujo sanguíneo en el cerebro. Tal es así que este tipo de accidente cerebrovascular se denominaba anteriormente ‘infarto cerebral’. Por su parte, el ictus hemorrágico, otrora conocido como ‘derrame cerebral’, se produce por una rotura de un vaso sanguíneo cerebral, habiendo dos subtipos distintos: intracerebral, esto es, cuando la hemorragia se produce dentro del cerebro; y subaracnoideo, mucho menos frecuente y en el que la hemorragia tiene lugar en el espacio entre las dos membranas –‘aracnoides’ y ‘piamadre’– que rodean el cerebro –el denominado ‘espacio subaracnoideo’, por el que circula el líquido cefalorraquídeo.
Para llevar a cabo su estudio o ‘metanálisis’, los autores analizaron los resultados obtenidos en 25 grandes ensayos clínicos prospectivos y los datos registrados en la Cohorte de Varones Suecos y la Cohorte de Mamografía de Suecia, sumando en total 18.289 casos de ictus isquémicos, 2.299 hemorragias intracerebrales y 1.164 hemorragias subaracnoideas. Y asimismo, establecieron el riesgo de desarrollo de los distintos tipos de ictus en función del consumo de alcohol de los participantes en los estudios y cohortes: ‘ligero’ –menos de una unidad de alcohol diaria, lo que equivaldría a menos de un vaso de vino tinto al día–, ‘moderado’ –uno o dos unidades por día–, ‘elevado’ –de dos a cuatro unidades diarias– y ‘abusivo’ –más de cuatro unidades al día.
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